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Para mucha gente Adolfo Suarez es
ese político que ha pasado a la historia por haber liderado, y con gran éxito,
la transición española; no en vano fue el primer presidente de gobierno tras la
muerte de Franco, por decisión popular mayoritaria. Suarez ganó aquellas
Elecciones Generales de 1977 siendo cabeza de lista de Unión de Centro
Democrático (UCD). Desde esta posición y perspectiva, hay una mayoría amplia
que tiene una sensación de agradecimiento hacia este político.
Para otras personas Adolfo Suarez
fue el responsable de que la transición política no fuese completa, pues
aspiraban a más; aspiraban a una nación sin monarquía (considerada por estos
como una herencia del franquismo), aspiraban a otro modelo de Constitución, y
quisieron entonces que el proceso de libertades fuese mucho más rápido y
generoso. Veían también en Suarez a la cabeza responsable de la represión de
aquellos años.
Y por último, hubo también otro
sector de la sociedad que vio en Adolfo Suarez la encarnación de la traición a
los principios del Movimiento, que el mismo había jurado unos años antes; era
un chaquetero. Le acusaban de haber conspirado y programado un cambio
fulminante que rompía con casi cuarenta años del mandato de Franco. Para este
sector Suarez era el verdadero responsable de la desmembración de España, del
creciente paro, del terrorismo, de la política que destruía la familia, y de
otros muchos males.
Tres formas
diferentes de ver a una misma persona. Lo que sí es cierto es que trasvasadas
estas opiniones sobre Adolfo Suarez (1932-2014) a los documentos políticos
populares, nos encontramos con que la práctica totalidad de estos documentos
van ligados a ese último sector que no se cansaba de recordarle su pasado
falangista.